¿Fue el iPhone original el más bonito de todos?
Reconozco que tengo auténtica pasión por el iPhone original, el que salió a la venta en junio de 2007 en Estados Unidos. Afortunadamente, tuve la suerte de poseer uno, aunque ya no lo conservo. Hacerse en la actualidad con un iPhone original es cada vez más complicado, y por los modelos en buen estado se llegan a pagar cifras astronómicas.
Un iPhone con diseño sin precedentes
Lo primero que llamaba la atención era la ausencia de teclado físico, una norma que quedó completamente destruida con este dispositivo, apostando por una pantalla táctil de 3,5 pulgadas. Se veía un dispositivo más limpio, sin elementos que estorbasen en el diseño. Hoy en día, la gran mayoría de dispositivos móviles prescinden del teclado físico.
En su frontal, tampoco había nada que desviase la atención, nada disruptivo como el notch del iPhone X o la Dynamic Island, que apareció con el iPhone 14. Una simetría que hacía de este dispositivo algo fuera de lo común en cuanto a diseño, rezumando elegancia por todos lados.
Ahora no entendemos un dispositivo de tamaño tan pequeño. Esto lo mencioné recientemente en un artículo sobre el aumento del tamaño de las pantallas. Hay que remontarse 17 años atrás, cuando se estaban dando los primeros pasos para que los teléfonos móviles fuesen lo que ahora son. Particularmente, encontraba en este modelo el tamaño ideal para llevarlo en el bolsillo sin molestar, lo que, junto a esas líneas redondeadas, hacía que tomar el teléfono con la mano fuese muy cómodo. Un diseño que hacía al teléfono práctico. Ahora lidiamos con tamaños que no lo son tanto, aunque nuestras necesidades han cambiado bastante. Esos bordes redondeados… cuánto se echan de menos.
La parte posterior también era muy llamativa, combinando aluminio con plástico negro. Visualmente, ofrecía una sensación de calidad y solidez. Lo malo era que cualquier pequeño golpe quedaba marcado en el aluminio. Sin embargo, si lo conservabas en buenas condiciones, era un lujo. El plástico negro de la parte inferior era totalmente funcional, cubría las antenas, pero rompía con el efecto uniforme del aluminio. Por supuesto, el logotipo de la manzana, en un aluminio más pulido, era sencillamente increíble.
Todavía no sabíamos que la tecnología nos proporcionaría conjuntos de cámaras avanzadas. De hecho, la del iPhone original era muy modesta y solo permitía sacar fotografías, no grababa vídeos, esto no llegó al iPhone hasta el modelo de 2009. Esto le daba también un extra en cuanto al diseño: no había un módulo de cámara grande ni lentes que sobresalieran. La única cámara existente era pequeña y estaba perfectamente integrada en el dispositivo. Había una sensación de continuidad, no de suma de partes.
Sigo pensando que Apple no ha diseñado un teléfono tan bonito como este, el iPhone original de 2007. Es cierto que ha habido modelos en los que el refinamiento dio un paso adelante, como el del iPhone 5s de 2013. Pero esa nostalgia que nos lleva a recordar con anhelo un dispositivo como este no sé si volverá a darse en ningún otro teléfono de la compañía de Cupertino.